Tanatologia

El camino hacia la recuperación a través de una pérdida.

Giazul Ramos

Para poder introducirnos al tema es fundamental conocer el significado de la palabra duelo: dolor.

Por lo tanto, un duelo tiene como característica el dolor ante la pérdida de un ser querido. También luctus como un derivado del verbo llorar o lamentar; el duelo también puede entenderse como una guerra entre dos.

En la actualidad cuando nos referimos al duelo, nos lleva a una constante angustia desde la perspectiva existencialista y entendemos así que no hay duelo sin dolor, esto nos hace despertar a la conciencia de finitud ante nuestra humanidad.

Finitud que nos duele, pues nos recuerda que dejaremos de existir, de estar, de ser; hay dolor en todas partes, por ello es que necesitamos un tiempo para recuperarnos después de una pérdida.

Aprender cómo caminar con esta herida es un proceso que equivale a un camino por recorrer en este “darnos cuenta” qué es lo qué se está experimentando: sentimientos, sensaciones que seguro estarán presentes; aceptar este tiempo y fluir con él será fundamental para lograr un cambio que nos libere del sufrimiento.

En todo duelo se experimenta esta transformación irremediable.

El proceso de duelo siempre será liberador, la intensidad de lo que experimentamos tendrá que ver con cuánto necesitaba a esta persona o situación en la vida, quizás nos daremos cuenta que es todo el tiempo, pues hay un intercambio en nuestras relaciones.

Somos lo que nos rodea, esto enriquece nuestras vidas; nos forjamos por medio de esta relación con el mundo que nos rodea, somos un poco todo lo que ya no está y formó parte de nuestra existencia.

El duelo trastoca nuestro ser, ya que entenderlo nos perturba. 

Por lo tanto nos negamos ante esta realidad y, como consecuencia, experimentamos un choque entre esta verdad interna y lo que estamos viviendo en el exterior, donde ocurre el evento de despedida, la irremediable pérdida. Necesitaremos tiempo para que estas dos realidades sean una sola. 

En el proceso es probable experimentar sentimientos como ira, rebeldía y coraje por lo que pudo haber sido y no fue. Será importante buscar una forma sana de canalizar toda esta energía para evitar lastimar a otros y seguir adelante en este camino.

Necesitaríamos poco a poco abrazar esta realidad, cada uno a nuestro ritmo, dándonos cuenta de los recursos que tenemos; pues en lo más denso del duelo está la transformación, la gran lección de una pérdida es aprender a soltar, a soltar todo lo denso para cada vez ir más livianos al encuentro con un destino que compartiremos todos.

En mi experiencia y a lo largo de mi carrera he comprendido que estos dos ejercicios que comparto darán paso a la renovación de un nuevo ser, pues al soltar se crea un vacío que hay que llenar con un nuevo motivo que me construya. Nadie es igual después de una pérdida, soltar y aceptar, aceptar y soltar, abrazar con amor esta realidad. 

El amor es el pegamento que perdura para siempre en el tiempo; mirarnos en este proceso con amor nos otorgara paso al encuentro con nosotros mismos y al encuentro con los demás al iniciar un nuevo comienzo.


Fuente:

Jean Paul Sartre . (1946). El existencialismo es un humanismo. 2007: Edhasa.
 Elizabeth Kübler Rose. (1997). La rueda de la vida. España: Zeta Bolsillo. Anji Carmelo. (2011). El buen duelo. México:Plataforma actual .

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