En esta vida, pocas veces podemos decir que algo es inevitable, pero de lo que sabemos que ocurrirá, en primer lugar siempre será...
En el caso particular de los niños, la pérdida de una mascota, sus abuelos, hermanos o padres puede terminar en un trauma futuro.
Cuando una madre fallece, los sentimientos primarios resurgen; es muy diferente a otras pérdidas. El vínculo con una madre es único.
Cuando se vive una pérdida experimentamos un profundo dolor, un sufrimiento tal, que a veces, es autodestructivo.
El amor en la ausencia puede significar la energía que nos da ese ser amado que ya no está acompañándonos físicamente.
Si te has notado algo frustrado, enojado, indiferente o simplemente más irritable, entonces quizás estás viviendo un proceso de duelo.
No hay duelo sin dolor, esto nos hace despertar a la conciencia de finitud ante nuestra humanidad.
Toda experiencia de pérdida, nos conduce a un trabajo para ir elaborando un camino hacia un duelo, en la teoría psicoanalítica.
La pandemia, del griego pan «todo» que significa conjunto del pueblo. “El pan para todos”.
La vida como antes se conocía ha sufrido un cambio radical, quizás ya nada volverá a ser como antes.
El apego se puede definir como una conducta emocional desde nuestro inconsciente, somos seres humanos con instintos.
Cuando experimentamos la pérdida de un ser querido, sentimos un vacío tal que resulta imposible imaginar un día sin esa persona.
El proceso ante la pérdida de una mascota depende del vínculo que llegamos a tener en vida.
Los abuelos son un verdadero tesoro; son confidentes, cómplices, y nos muestran el mundo junto con sus enseñanzas llenas de sabiduría.