Cuando fallece un ser amado el dolor y la sensación de la pérdida pueden ser muy dolorosos y profundos.
La pandemia, del griego pan «todo» que significa conjunto del pueblo. “El pan para todos”.
A todos nosotros, a través de la pandemia, nos ha tocado un pedazo de este pan… todos hemos compartido el dolor, la incertidumbre, el miedo y el desconcierto, al mirar como nos hemos roto en pequeños fragmentos, impotentes ante nuestro propio dolor y el de los demás.
Este es el significado de esta palabra, compartir, ser igual que tu y tu igual que yo.
Para Buber, Dios no es un ser protector e inalcanzable, sino más bien un ser infinito con el que el ser humano puede entrar en relación desde su finitud.
Es justamente la limitación humana lo que cobija al ser en su finitud ante lo infinito, lo hace consciente de su limitación en el mundo. Entonces el hombre penetra en Dios, se abre a él, y Dios penetra en el hombre. Para dejarle saber su limitación ante lo infinito de su naturaleza.
Por ello, hoy ya conocemos al dolor desde un lugar diferente, “mi vulnerabilidad ante este hecho desconocido, no solo para mi, sino también para los demás”, nos une y nos hace cercanos.
Hoy sé que tu dolor es también mío, y mi dolor también te pertenece.
Al mirarme en el otro, en sus ojos, soy más consciente de mi mismo, de la importancia de mi ser en el mundo y para el mundo.
Esta experiencia en la intensidad de nuestras miradas, es lo que hemos experimentado a lo largo de estos tiempos de pandemia, tiempo lleno de incertidumbre, cuando solo me he reflejado en la mirada del otro y esa mirada me ha acompañado.
En estos tiempos nos damos cuenta de la importancia de convivir con nosotros mismos, hemos experimentado el aislamiento y, en esta soledad, la importancia de los demás en nuestra vida, los abrazos, las caricias, ausentes hoy y tan presentes al mismo tiempo, miradas y palabras que descubrimos que nos acarician el alma y nos tocan el corazón: reconocemos entonces la presencia en la ausencia.
La pérdida de un ser querido en tiempos de pandemia, significa un dolor profundo, un desafío para el corazón que se quiebra al no poder consolar, y no poder estar para el otro que sufre.
Sin embargo, es en este espacio que cabe nuestra historia, los momentos compartidos están presentes a cada minuto, pues recordar es volver a vivir y yo quiero que siempre recuerdes… recuerdes que estoy para ti. Que un recuerdo nos conecta de una forma única y especial.
Y es en esta unicidad de nuestra historia que nos acompañamos y estamos presentes el uno para el otro; por ello, la importancia de la cotidianidad del día a día.
Podemos estar seguros que nuestros seres queridos son acompañados por esos momentos llenos de amor. Recordando también los claros y oscuros de nuestra relación, ya que es como logramos conectarnos con lo más puro y auténtico del ser humano, de nuestros seres amados que están presentes en cada suspiro de la vida, en el hoy y en una eternidad que aguarda para todos.
Vivamos seguros que nuestra historia junto a nuestros seres queridos nos abre la puerta para acompañar, consolar y abrazar a cada instante, ya que aún sin nuestra presencia física logramos estar presentes para el otro, que es capaz de sentir mi cercanía a través de lo vivido.
Que importante mirar este día a día, este instante único como la gran oportunidad de consolarte, amarte y animarte aún en la distancia. Ya que nos conectamos y nos unimos a través de este tiempo vivido, con la intensidad de nuestras miradas, hoy más que nunca sé que estás para mi y yo para ti.
Cuidemos cada uno nuestra historia con el otro, con este ser que amamos, que nos importa y forma parte de nuestro día a día, cada instante es importante y único como lo es mi oportunidad de decir TE AMO y así acariciar tu alma con mis palabras.
Así abro las puertas de tu corazón, de ese corazón que amo y quizás sufre, para quedarme ahí para siempre.
Que importante es la magia del presente, darme cuenta que la palabra, así como el instante del día a día es esa dimensión única que me abre esta puerta a tu corazón, para sentirnos cerca y así seguir teniéndonos, aún en la distancia física siempre habrá un lugar para nuestra historia, para nuestro fluir en la vida, en el aquí, en el ahora y en la inmensidad de la eternidad que a todos nos aguarda.