Quiero compartir algunas reflexiones que pueden ayudarte a navegar por estos momentos de transición con serenidad y confianza.
El apego se puede definir como una conducta emocional desde nuestro inconsciente, somos seres humanos con instintos y sentidos primitivos, por ende nuestras conductas emocionales parten desde lo más profundo de nuestro ser.
El ser humano tiene la necesidad de alimentarse como cualquier mamífero y también, en su mayoría, la necesidad sexual. Por ello, es importante destacar que en nuestra infancia, al igual que los mamíferos cachorros, tenemos la necesidad al crecer de generar desapego. Sin embargo, volvemos a nuestros orígenes en busca de seguridad y apoyo.
Con este ejemplo, podemos entender la importancia de nuestras relaciones en la infancia que tienen consecuencias en la adultez, si crecimos en un ambiente familiar tóxico, en el futuro quizás estos vínculos emocionales generan el apego y nos hace relacionarnos con personas que pueden generar esos mismos sentimientos de la infancia y sentir la necesidad emocional de mantenernos vinculados con ellos aunque esto signifiqué una relación dañina y dolorosa.
“Tal como vivimos el amor es como creemos que es en la vida y así necesitamos obtenerlo”
El apego puede llegar a generar dependencia emocional en nuestras relaciones personales, por lo tanto la angustia de separación nos hace no poder desvincularnos de las personas que amamos, aunque nuestra relación quizás no sea la más sana para nosotros.
Cuando nuestra posibilidad de perder es mayor, nuestras reacciones se intensifican ya que lo consideramos amenazante.
Cuando tenemos una pérdida y sufrimos un duelo relativamente normal, quizás es un duelo sin tantas complicaciones, con sentimientos y conductas naturales ante una pérdida, sin embargo son variadas estas conductas como sentimientos, sensaciones físicas entre otros.
Los sentimientos más frecuentes, por ejemplo, la tristeza, no siempre se expresa con llanto, algunas personas suelen evitarlo y prefieren excederse en actividades por las mañanas y por las noches, generar un sentimiento más intenso de tristeza; pero lo mejor es afrontar este tipo de dolor para después poder superarlo.
Ira, culpa, remordimiento, soledad, fatiga, son algunos sentimientos en nuestro ser, que son parte de un proceso natural ante una pérdida, llamado duelo.
Para poder salir adelante, tenemos que recibir cada uno enfrentándolo y viviendo la experiencia con ánimo de salir adelante; debemos tomar en cuenta que estos sentimientos son transitorios y que tenemos que aprender a vivir el proceso de la mejor manera. Después de ellos, surge alivio y comenzamos a ver una nueva oportunidad ante la vida.